lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Lenguaje misógino?

Esta semana pasada he visitado un museo al aire libre en un pequeño pueblo salmantino llamado Trabanca. Lo anuncian de la siguiente manera:
El Parque Temático de Construcciones Tradicionales de Trabanca es actualmente el único centro de interpretación dedicado a la arquitectura tradicional existente en el Parque Natural Arribes del Duero. Con más de 10.000 metros cuadrados de superficie, alberga una excelente representación de buena parte de las construcciones tradicionales relacionadas con las actividades económicas y el modo de vida de los hombres y mujeres de esta tierra. Cabañas de pastor, pocilgas, chiviteros, pontones, fuentes y establos son algunas de las construcciones que podemos admirar al visitar este lugar.

Es curioso de ver. Yo la mayoría de las construcciones no las había visto en mi vida. De algunas de ellas había oído nombrarlas y poco más. Y ahí es donde quiero llegar yo con esta entrada. En la primera imagen podéis leer lo que es una POCILGA: resulta que es el sitio donde parían, amamantaban y criaban a los marranos, las cerdas.  En esta segunda imagen podéis ver la construcción. Y mi reflexión es la siguiente: no me cuadra que un lugar tan maravilloso, tan maternal, como es la pocilga, se haya convertido en nuestro lenguaje cotidiano en un lugar en el que, los demás prefieran  no entrar. ¿Por qué el lenguaje,  por lo menos el castellano, es tan duro y tan injusto con los procesos de maternidad y con los procesos fisiológicos de las hembras, de las mujeres, y convierta estas palabras en adjetivos o sustantivos despectivos?