En el pueblo de mi padre un día me fuí sola de paseo durante media hora. No había nadie en el camino, la temperatura era agradable, se estaba poniendo el sol y de fondo estaba el pantano. Hacía tanto que no caminaba sola... Me puse a pensar en septiembre, y en mi cabeza asomaban proyectos de familia y de pareja. Hoy quiero compartir con vosotros uno de esos proyectos y es con respecto a la alimentación. Llevo una temporada observando que cada vez me gustan menos y no me sientan muy bien algunas de las cosas elaboradas que compramos. Lo noto todo como muy artificial. Así que mi idea es: por un lado, aprovechar para hacer más recetas con lo que recogemos del huertecillo; por otro lado intentar elaborar más cosas en casa (sobre todo repostería: bizcochos, mermeladas -de ahí la foto de la imagen porque mi idea era coger moras en el pueblo para hacer mermelada, pero al final en su lugar cogí higos y ya he hecho dos tarritos de mermelada); y por último, acudir al super sólo para lo imprescindible y seguir comprando a través del grupo de consumo de forma racional y justa. Sin que nada sea purista, sí que quiero ir caminando en este sentido. La razón de poner todo esto por escrito es porque personalmente me ayuda a ordenar ideas y a afianzar principios.