Íbamos de camino hacia una cueva. No la encontŕabamos pues no había indicaciones y hacía calor... En fin, que a mi personalmente se me estaba poniendo un poco de mal humor pero, de repente... ¡Una fresa silvestre! Es la segunda vez en mi vida que me encuentro con una. Se veían los rabitos vacíos de sus otras dos fresas compañeras. Allí la dejamos, tan pequeñita, tan vulnerable... Para mi la excursión ya había merecido la pena.
Nota: No inmortalicé el momento. La foto la he tomado de internet del enlace que se muestra en la imagen.