Un día me preguntó B. por qué no tenemos televisión en el coche y una de sus primas sí. Nosotros en el coche leemos cuentos, contamos historias, dibujamos, cantamos canciones, miramos el paisaje, dormimos... ¡Cómo nos venden la moto! Están constantemente creándonos necesidades, que aparentemente hacen la vida más cómoda, pero que rompen la esencia infantil (jugar) y familiar (hablar, leer, jugar...).