martes, 28 de febrero de 2012

Me gustaría guardar momentos...

Hoy E, mi hija pequeña, sacaba todos sus cacharros de un carro y los iba poniendo encima de un banco del parque. Estaba tranquila, centrada en su historia, jugando... Yo disfrutaba contemplándola. 

Mientras me calentaba al solecito y la observaba pensaba en lo diferentes que son mis dos hijas, y en lo diferente que me sitúo con cada una de ellas. Siento que B, la mayor, ha dado un cambio muy grande en estos últimos meses ha crecido, y no sólo físicamente, además ha madurado: lo veo sobre todo cuando me expresa sus preocupaciones en torno a mi regreso al mundo laboral. Siento que E, me reta cada día en esto de ser aprendiz de mamá y es que, por un lado me llena el corazón de amor, y por otro lado, me hace perder los nervios. 

Me gustaría guardar momentos (como el del parque que comentaba al inicio) en una caja y desempolvarlos de vez en cuando, porque siento que se me escapan y no los recuperaré. Están las fotos, está el blog, está el cuaderno donde escribo algunas cosas sobre ellas, están los amigos a quienes les cuentas pero... Los momentos mágicos, con las sensaciones y sentimientos que me producen, son frágiles, finitos, frugales y se me escapan. Me queda la alegría de pensar que haremos camino al andar y por ello habrá miles y miles de momentos que sólo estarán esperando a que sepa saborearlos, sentirlos, disfrutarlos...

miércoles, 22 de febrero de 2012

Cada niña en su cama

No, no os asustéis que no vamos a dejar de "colechar" en esta casa. Todos estamos muy felices haciéndolo. En realidad continúo al hilo del curso de mates, donde nos enseñaron un montón de materiales para hacer en casa. Uno de ellos se trataba de una carretera con aparcamientos a los lados en diferentes colores para emparejar por colores aparcamiento y coche. Me gustó la idea, pero además de que en casa tenemos pocos coches la idea sabía que no iba a entusiasmarle a mis peques. Así que pensé en hacer unas casitas para poner muñequitos, lo cual cuadraba más con los intereses de mis hijas. Tampoco tenía demasiados muñequitos en casa y por otra parte, María me dio una buena y sencilla idea: hacer camitas. Así que ayer me puse manos a la obra con papel, pinturas y plastificadora y en la imagen se ve el resultado: cada niña en su camita. Mi hija de cinco años ha dicho ¡qué fácil! (está claro que necesita mayores retos) y a mi hija pequeña que tiene dos años y cuatro meses se le ha quedado un poco grande. Pero no importa, lo guardo para ella para dentro de unos meses.

martes, 21 de febrero de 2012

Quitarse lastres de encima

El sábado nos contaban en un curso de matemáticas que la gente que hacía el curso podía ser de tres tipos: los que han tenido siempre problemas con las mates, los que son unos apasionados y los neutros (estos últimos parece ser que son los menos). Yo pertenezco a los de la primera categoría y siempre lo he llevado como una espinita. Era aquello de: "es que a mi se me dan fatal las mates"; "es que yo no sirvo...". En fin, recuerdo perfectamente lloreras delante de las páginas de los problemas de los cuadernillos Rubio, porque ya sólo con empezar a leer el enunciado, decía que no era capaz de hacerlos. ¡Qué inseguridad, qué miedo y qué bloqueo! Me imagino que esto le seguirá pasando a algunos niños de hoy día... Pero hay medios para evitarlo y sólo que hay que acercarse a ellos.

He aprendido muchísimas cosas en seis horas de curso pero lo más significativo para mi ha sido:
- Valorar el error como el camino hacia el aprendizaje.
- Posibilitar la autocorrección, como método de investigación y como vía para facilitar la seguridad y la confianza en uno mismo.
- Considerar el proceso de maduración de cada uno y evitar adentrarse en terrenos para los que no se está preparado (no forzar los aprendizajes).
- Plantear los problemas conectados con la vida y como un escaparate donde encontrar diferentes resultados posibles.

Cuando mi peque mayor era chiquitina, y teniendo en cuenta mi pavor hacia las mates, me puse como una loca a investigar y eso me llevó al material manipulativo: Montessori, las regletas... Me puse "como una loca" a comprar algunos materiales que después no he sabido muy bien qué hacer con ellos, cómo usarlos... El curso me ha venido fenomenal para caer en la cuenta de errores, para ser paciente y para ponernos en marcha con algunas cosas que sí que podían ser interesantes. B. ha disfrutado, durante esta tarde, de un par de estupendos momentos con el tangram (en la imagen superior).

miércoles, 15 de febrero de 2012

Segunda parte: "Próxima parada..."

Una vez al mes, la tarde de un domingo, cuatro parejas con niños nos juntamos en el barrio de Canillejas. Los niños juegan con algunos de los padres y el resto nos reunimos en una sala, con pequeños que se acercan de vez en cuando a tomar teta, o a recibir las caricias de mamá porque se ha caído y se ha hecho daño. Compartimos momentos vitales parecidos, todos con niños pequeños, y compartimos una misma vivencia del mundo del trabajo y un camino de fe militante. 

Yo he de confesar en primer término, que a priori, siempre me da una pereza terrible movernos (vamos todos en familia) hasta allí. Pero, después, salgo a las ocho de la tarde con las pilas cargadas para continuar, al menos, la semana siguiente. Revisamos nuestra vida (que es la vida con los demás: en el barrio, en el trabajo, en el sindicato, en la asociación de vecinos, en el AMPA... con Juan, con Marisa, con Chema...) y escuchamos los testimonios obreros y cristianos que nos lanzan a compromisos concretos con la gente con la que estamos. 

Tengo mis alti-bajos y a veces no valoro la maravilla de tener este grupo de amigos, de militantes que son los que me empujan de nuevo hacia la vida para participar en la construcción de otro mundo más justo: otra educación, otro mundo laboral, otra forma de relaciones humanas...

Una vez al año solemos hacer una parada de fin de semana, todos en familia, y a una de esas paradas pertenece la imagen superior (visitando un castillo de un pequeño pueblo salmantino llamado Ledesma).

lunes, 13 de febrero de 2012

Primera parte: "Próxima parada..."

Hay algunos que creen que estando de excedencia trabajo más que cuando trabajaba. Hay otros que opinan que a mi no se me cae la casa encima... Mis días, unos más que otros, son bastante moviditos, pero escuchando mi silencio me doy cuenta de que en ese ajetreo descubro algunas paradas casi diarias.

Hoy vengo a contaros una parada que hago casi cada mañana. Ahí está: el encuentro telefónico con mis padres. No suele ser una parada larga, porque, en primer lugar, no hay grandes cosas que decirse hablando casi a diario, y en segundo lugar, porque siento como que mi madre quiere acabar pronto de hablar, pero no porque no le apetezca, sino porque creo que piensa que me está quitando el tiempo, o que molesta o algo así... Les pregunto qué están haciendo, y en general no hay grandes cambios: la compra, la comida, el paseo matinal, el ordenador... Yo les cuento lo que estoy haciendo de comida y me preguntan, lógicamente por las peques... Aunque me cuesta, a veces, les digo cómo veo algunas cosas o cómo me siento con otras. Mi padre entonces me da su opinión, y mi madre siempre se la reserva. 

En cualquier caso, me encanta esta parada diaria. Hay como un antes y un despues de la parada: siento que me llena de alegría, que me devuelve a mis raíces y que me impulsa de nuevo hacia el ajetreo. Como en toda parada, me proporciona el habituallamiento para continuar.

sábado, 11 de febrero de 2012

No está bien que las niñas silben...

Mi hija mayor lleva unos meses tratando de silbar. ¡Al fin lo ha conseguido! Le conté que yo nunca había sido capaz de silbar, porque yo no silbo echando el aire hacia fuera sino que el aire al entrar suena. En fin, que ella está toda emocionada porque sí que es capaz de hacerlo y se pone la mano delante de la boca (supongo que para comprobar que el aire está saliendo). 

Pues resulta, que el otro día me llega y me dice que alguien (no viene al caso quién) le ha dicho que no está bien que las niñas silben. "¡Toma ya! ¡Vaya manera de destrozar en un segundo todo un trabajo de meses, con un simple comentario!" pienso yo. Total, que le pregunté que si a ella le parecía que hacía daño a alguien silbando. Y le comenté que lo que le habían dicho era una creencia. En fin, que yo pensé que ella se quedaba convencida de que si quería silbar podía hacerlo aunque fuera una chica. Pero, vengo observando que ya no lo hace, y eso sí que me preocupa.

¡Qué difícil es esto de la educación! Te parece que estás trabajando una serie de aspectos en la línea que has ido proyectando, creyendo... pero de repente llega el de al lado y pone piedras en el camino. O incluso uno mismo, creyendo tener las ideas claritas, en el día a día se descubre haciendo aquello que juró que nunca iba a llevar a cabo. Mientras tanto, trataré de que silbemos juntas y también intentaré pedir perdón a mis hijas cuando me descubra cayendo...

miércoles, 8 de febrero de 2012

Juego de la oca personalizado

Con el juego del cromañón (una versión del juego de la oca con elementos de la prehistoria) que he hecho en casa con una plantilla de la oca sacada de internet y personalizada, podemos:
  1. Trabajar lectoescritura
  2. Trabajar matemáticas
  3. Trabajar vocabulario de la prehistoria: de cromañón a cromañón y tiro porque soy un cazador; de cromañona a cromañona y tiro porque soy una recolectora).
  4. Trabajar las normas en los juegos
  5. ... Y sobre todo ¡divertirnos!

miércoles, 1 de febrero de 2012

Aquellas mañanas...

¡Madre mía! ¡Casi un mes sin escribir en el blog! Es que la vida me puede y además cuánto más ha ido pasando el tiempo más difícil me ha ido resultando volver a sentarme a "escuchar mi silencio"...

Parece que tengo necesidad de regresar, una y otra vez, a mi infancia, de recordarla y contemplarla con nostalgia. Supongo que tendrá mucho que ver el que mi peque mayor me pide, unas cuantas veces, que le cuente historias de mi infancia. No hace mucho le contaba cómo cada mañana, antes de ir al cole, me quedaba con mi madre en su habitación escuchando la radio, mientras ella estaba sentada, sobre su cama, cosiendo o tejiendo. Mi madre y yo escuchábamos el serial radiofónico La Saga de los Porretas y nos encantaba. Según le iba narrando la historia a mi hija, iba recordando las agradables sensaciones que me producían aquellos momentos (las risas de mi madre, la luz que inundaba toda la habitación...). Me sentía muy acompañada. Incluso recuerdo, que hubo un momento en el que me cambiaron el horario de entrada al colegio y ya no podía escuchar el serial, y le pedía a mi madre que me lo contara, pero ya no era lo mismo. Cada mañana, los Porretas, en la habitación de mis padres y junto a mi madre, me daban calor para comenzar el día. Hoy he escuchado el capítulo 100 del serial aquí, y he podido recordar las voces de sus personajes, especialmente la del actor que doblaba al carismático abuelo Segismundo (Manuel Lorenzo).

Desde la nostalgia del recuerdo he de confesar que echo un poco de menos aquellas mañanas.