jueves, 8 de marzo de 2012

Como un erizo...

Ayer sentía rabia. Hoy mi rabia de ayer se ha convertido en dolor, en tristeza, en soledad e impotencia. Siento que el que está en frente de mi y tiene la autoridad no sabe manejarla y al final la convierte en autoritarismo. Lo siento en su actitud de inmovilidad y de rigidez. Lo siento en su falta de empatía para con los otros, precisamente los más desvalidos, los que más lo necesitan. Todos "esos" los mete en el mismo saco y no hay signos de preguntarse qué, por qué, cómo, cúando... Sus estrictas normas no dejan que se pregunte. Probablemente sea más fácil generalizar y no tratar de ver qué pueda estar pasando. Lo que parece importar, es que nada, ni nadie pueda "manchar" el proyecto. 

Cuando utiliza palabros y tecnicismos, los más pobres no se atreven a preguntar su significado; 
Cuando recibe a la gente con palabras de reproche y de culpabilidad, los más pobres se refugian tras su silencio; 
Cuando presenta su orden, limpieza, y pulcritud, los más pobres cometen faltas de ortografía;
Cuando muestra la pauta de trabajo con recelo y falta de confianza en los que tiene en frente, los más pobres ni se molestan en participar;
Cuando  se viste con sus normas y sus rigideces, los más pobres reciben el castigo.

¿Qué puedo hacer yo? Por el momento, esta entrada va por ellos, por los más pobres. También sé que tengo que reflexionar y hacerlo acompañada, porque tiendo mucho a polarizar a todo, lo cual también me impide ver otras cosas. Todo esto me está doliendo tanto que hasta quiero sentirme pobre, porque no haciéndolo me siento lejos de ellos.

Siento ser tan ambigua pero no puedo hacerlo de otra manera. Me ha costado muchísimo encontrar palabras para dejar hablar a mi corazón y, eso sí, ahora que lo comparto, me siento un poco más acompañada.