martes, 4 de octubre de 2011

Sinceridad

Siempre he envidiado a las personas sinceras. Cuando hay algo que me gustaría decir a otro u otros y no me siento capaz, después me siento fatal conmigo misma porque siento que he perdido mi libertad, y me siento encadenada a una especie de mentira. Cuando me callo es porque creo que hablando puedo hacer daño a terceros. Y siempre me mantengo en la duda entre sopesar mi libertad, la libertad del otro y el daño a terceros. Y ante la duda, prefiero el silencio. ¡Ya me gustaría ver a mi profesor de filosofía de COU ante semejante lucha dialéctica! En fin, son los posos que me han dejado el fin de semana...

2 comentarios:

  1. Uf, Noe, esa lucha la tenemos el 90 por ciento del planeta...
    Además de las razones que apuntas se me ocurre que a veces no merece la pena decir lo que piensas, porque sabes de antemano que el otro está en otro plano, que no te va a entender y que sólo vas a malgastar energía...

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  2. Pues nada, tendremos que montar otro club, ¡y ya van dos, ja, ja ja...! Bueno esta es otra de las funciones del blog, poder sacar el sentido del humor en aquello que a uno le preocupa. Un besazo.

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