Me paseo por las calles, por las tiendas, por los transportes públicos de Madrid con una peque de tres años que va caminando, jugando, saltando, subiéndose a pivotes, haciendo equilibrismos... y otra peque de casi seis meses en la bandolera. Y no puedo hacer otra cosa que sentirme agradecida ante la actitud de la mayoría de la gente, que su intención es siempre ayudar. El otro día la abuela de una niña que conocí en el parque cuando B. era pequeña, me trajo las bolsas hasta la puerta de casa. A mi me daba apuro. GRACIAS a todos los que se ponen del lado de las madres y los niños.